DEJEMOS A LOS NIÑOS EN PAZ

Está mal (lo sé) este título para una entrada de un blog de psicología infantil, lo sé. Pero es lo que se me ocurre cuando veo de que manera los adultos, tratando de llevar al extremo su papel (de buenos padres/madres, de protectores, de sustentadores, de “diocesillos”...) se meten en las cosas de los niños y las estropean, las manchan y las ensucian.
Estaba el otro día con mis hijos almorzando y viendo los informativos (si, si en mi casa se ve la tv mientras se come, y a la vez se habla, y hasta a lo mejor a veces comemos unos a unas horas y otros a otras, pregúnteles a mis hijos si eso le genera algún trauma....., y si, se ven los informativos, porque yo quiero, y ellos lo respetan, no les queda mas remedio, la tv es nuestra, igual que la casa). Decía, que estaba viendo los informativos, y pusieron la noticia de que en Gran Bretaña, habían prohibido un anuncio de no se que producto por las actitudes excesivamente sensuales y/o sexuales, que se podían apreciar en los animalitos de dibujo animado que promocionaban el producto, ya que podían “confundir” a los niños. Una asociación de padres había obligado a suspender la emisión del anuncio en el país, aduciendo la mencionada confusión.
Mientras la presentadora de los informativos explicaba la noticia, ponían el anuncio. Fue realmente chistoso ver las caras de confusión de mis hijos (la mayor tiene doce años). Me miraban sin entender que problema había en el anuncio, que por tratarse de dibujos animados, les gustó mucho. No entendían como un hipopótamo, o una jirafa bailando en bañador, podían confundirles o dañarles. Al preguntarme por el problema que había en el anuncio, solo me quedó poner la misma cara que ellos, y contenerme para no decir que “es que en Gran Bretaña hay mucho gilipollas”. En cualquier caso en EEUU posiblemente también, ya que en la misma línea, Barrio Sésamo se considera ahora como un programa para adultos, ya que eso de que un adulto invite a un niño a tomar leche con galletas en casa, se parece mucho a la pederastia. El monstruo de las galletas ahora es el monstruo de las zanahorias.
Mas allá de mi forma excesiva, en ocasiones, de expresar mi parecer, lo cierto es que proyectamos continuamente nuestra visión de las cosas sobre la realidad infantil, hasta el punto de que me parece atisbar, que en gran medida, muchos de los problemas que presentan los críos que veo, son en realidad una fusión de cuestiones que tienen que ver con los padres, que confunden sus emociones, pensamientos y necesidades con las de sus hijos. Ahora bien, también he de decir, que pocas cosas son tan agradecidas como trabajar con los padres, ya que casi siempre están dispuestos a hacer lo que haya que hacer en bien de sus hijos, aunque eso implique el reconocer que solo hacen lo que pueden (y eso no es poco).

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