CONFIRMADO: HAY QUE DEJAR QUE EL NIÑO DECIDA CUANTO COMER

En anteriores entradas señalábamos la necesidad de que el niño, por pequeño que sea, y habiendo descartado cualquier tipo de problema físico, decidiera la cantidad de comida que deseaba comer. Esto nos parecía importante porque bajo nuestra opinión, de esta forma se conseguía que el niño aprendiera a fiarse de sus propias sensaciones y por tanto a regular la ingesta y tener un peso correcto.
Pues bien, una reciente investigación, publicada en el 'Journal of Nutrition Education and Behavior', lo ha venido a confirmar. Los resultados indican que "la sensibilidad maternal sobre el estado de saciedad del niño [...] sugiere que una predisposición a no frenar el ritmo de ingesta y a terminar [el biberón] cuando el niño muestra signos de saciedad podría estar anulando la capacidad del niño de autorregular su consumo". Además, señalan los autores de estudio que, "la sobrealimentación es más probable cuando los niños sólo toman biberón, ya que la actitud de la madre puede deberse más al signo visual de un recipiente sin terminar que a las señales de saciedad de su hijo".

Una vez mas, es importante recordar que solo mueren de hambre los bebés y niños de los países del tercer mundo, porque no tienen que comer. El resto de los niños, se alimentan exactamente igual que los adultos: cuando tienen ganas, es decir, hambre.
La función de los padres debería limitarse a establecer una serie de normas básicas a la hora de comer, y el disponer de alimentos que cubran las necesidades nutritivas de sus hijos.

Comentarios

Antonio ha dicho que…
Hola Jesús, me parece que me vas a ver por aqui a menudo.
El tema es interesante y nos viene a recordar algo en lo que ultimamente insisto mucho, y es hasta que punto los padres y madres somos conscientes de que no podemos o debemos controlarlo todo según nuestra medida y nuestras normas sin pensar que los niños, son y seguiran siendo niños.
Como dice el pediatra de Carla, ningún niño se muere de hambre en el primer mundo.
Los padres, deberíamos aplicar el sentido común y más a menudo, ya que somos esclavos de los horarios, sin pararse a pensar que nuestros hijos, sienten hambre o hastío igual que nosotros.Como nos sentiríamos si tuvieramos que comer dia tras dia a una misma hora tengamos más apetencia o menos y rebañar el plato hasta que no quede nada?
Pues lo dicho. Gracias a dios y no soy perfecto, esto es algo que aplicaba con mi hija desde muy temprano y seguiré haciendolo.
No pude publicar esto en el blog, porque no estoy dado de alta. Un abrazo

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