MI HIJO MIENTE MUCHO
El hecho de que los niños mientan no implica sino una cosa positiva y muy simple: son inteligentes y tienen intenciones. Cuanto antes es capaz un niño de mentir mas inteligente es, así que no se asusten y como siempre les digo, tomenlo con calma.
La mentira es una estrategia compleja para evitar las consecuencias de tomar determinadas decisiones, y actuar de determinadas formas. Implica un análisis elaborado del entorno, de la realidad. Supone el conocer perfectamente la naturaleza del acto realizado, y proyectar las futuras consecuencias. Es un intento de evitar estas consecuencias, presentando a los otros una realidad maquillada y por tanto diferente. Por supuesto, el niño debe aprender que el mentir, a su vez, tiene consecuencias, aparejadas a la gravedad de la mentira.
Si el niño miente de modo constante, puede indicar un exceso de temor a las reacciones de los padres, o bien, que estamos aplicando demasiadas normas que seguramente invaden espacios que deberían de estar menos constreñidos. Por ejemplo, si nos enfada que el niño se ensucie en la calle cuando juega, y tenemos en cuenta que esto es esperable, natural y lógico en los niños, la tendencia de nuestro hijo será engañarnos sobre ello, simplemente escondiendo la ropa. Aquí el problema es la norma, ya que a un niño de según que edad, le resultará muy complicado no jugar, o jugar sin cierto, digamos, ensuciamiento.
Quizás la psicología ha alimentado el temor de los padres ante comportamientos normales o al menos con una explicación tranquilizadora como esta, alimentando la leyenda con figuras como la del mentiroso compulsivo. Estoy convencido de que en la inmensa mayoría de las ocasiones, las mentiras obedecen a explicaciones tan simples como las que les he expuesto.
La mentira es una estrategia compleja para evitar las consecuencias de tomar determinadas decisiones, y actuar de determinadas formas. Implica un análisis elaborado del entorno, de la realidad. Supone el conocer perfectamente la naturaleza del acto realizado, y proyectar las futuras consecuencias. Es un intento de evitar estas consecuencias, presentando a los otros una realidad maquillada y por tanto diferente. Por supuesto, el niño debe aprender que el mentir, a su vez, tiene consecuencias, aparejadas a la gravedad de la mentira.
Si el niño miente de modo constante, puede indicar un exceso de temor a las reacciones de los padres, o bien, que estamos aplicando demasiadas normas que seguramente invaden espacios que deberían de estar menos constreñidos. Por ejemplo, si nos enfada que el niño se ensucie en la calle cuando juega, y tenemos en cuenta que esto es esperable, natural y lógico en los niños, la tendencia de nuestro hijo será engañarnos sobre ello, simplemente escondiendo la ropa. Aquí el problema es la norma, ya que a un niño de según que edad, le resultará muy complicado no jugar, o jugar sin cierto, digamos, ensuciamiento.
Quizás la psicología ha alimentado el temor de los padres ante comportamientos normales o al menos con una explicación tranquilizadora como esta, alimentando la leyenda con figuras como la del mentiroso compulsivo. Estoy convencido de que en la inmensa mayoría de las ocasiones, las mentiras obedecen a explicaciones tan simples como las que les he expuesto.
Comentarios
Un saludo.
Saludos.
Yo no dedicaría ni un minuto mas en discutir sobre este asunto con el niño, puesto que es mas que probable que su hijo sepa perfectamente lo que es correcto.
Márquese un plazo razonable para hacer lo que le digo (por ejemplo veinte días o un mes). No creo que exista ningún tipo de riesgo por hacer esto.
Si decide hacerlo deberá ser firme en su decisión y no mostrarle al niño ningún tipo de reacción. Simplemente, cuando la mentira pueda tener consecuencias para los demás, aplique el castigo que normalmente usa para educar al niño.
No creo que a su hijo deba usted enderezarlo, puesto que no creo que esté torcido. A un hijo se le educa de muchas formas, pero la mas importante es simplemente el ejemplo, y lo esencial es el cariño.
Reitero, cálmese, puesto que probablemente no sea este un asunto trascendente en la futura vida de su hijo, y en caso de creerlo necesario acuda a un profesional y recabe segundas y terceras opiniones.
Obviamente estas líneas no son sustitutivas de la consulta con un profesional de la psicología, y son reflejo de mi opinión profesional con la información que usted me ha facilitado.
Un saludo cordial.